Los tecnicismos, no son sinónimo de modernez sino de la obligatoriedad que impone el campo científico cualesquiera para llamar a cada cosa por su nombre. Por el contrario, los anglicismos, parece, que en determinados ámbitos como el marketiniano revalorizan a quien los utiliza, puesto que parece que está más preparado. Sea como fuere, los dircoms tenemos que lidiar con unos y con otros para descodificar el lenguaje de la innovación.

Son múltiples y muy diversas las estrategias que los dircoms de los Centros Tecnológicos utilizamos para comunicar los éxitos en materia de innovación, es decir, para difundir los logros y retos superados de nuestro propio sector. Pero, nuestro mayor mérito no es precisamente ese, el de elegir la fórmula de marketing más adecuada para divulgar nuestros hitos, que también, sino el hecho de transformar el lenguaje más técnico, habitual de los investigadores, en un lenguaje más coloquial, común, para que el periodista “no conocedor” de cierta terminología pueda entenderlo sin necesidad de tener que abrir Google y consultar cada concepto, abreviatura o expresión. Nos referimos, en este caso, a aquellas ocasiones en las que los destinatarios son los medios de comunicación convencionales, generalistas, no sectoriales, los que día a día reciben nuestras notas de prensa y no artículos científicos.

Porque no es tarea sencilla, aunque así se crea; mientras que los “sabios” que redactan la documentación que sirve de fuente inicial al dircom, defienden, por activa y por pasiva, el “no uso” de un vocabulario convencional, los que nos dirigimos a los periodistas debemos ser más hábiles, si cabe, para lograr descodificar ese lenguaje tan “normativo”, hasta convertirlo en totalmente asimilable. Pero, ¿para quién? Para todo tipo de destinatarios, en primer lugar, para los redactores que volverán a reformular la información hasta crear la noticia, y, en segundo lugar, para el lector/oyente/espectador final; aquel caballero de nivel cultural medio que lee el periódico en la cafetería o aquella señora que escucha la radio en su vehículo mientras se dirige a un destino cualquiera.  Por tanto, cabe destacar, al respecto, que no siempre nuestro público es conocedor del sector; así, nos convertimos en “redactores bilingües”, por llamarlo de modo alguno, al ser capaces de “transformar o traducir” lo científico-técnico, con cierto mérito, sin haber recibido, además, entrenamiento alguno.

Y es que, por ejemplo, mientras ellos hablan de la biomimética, nosotros hablamos de la ciencia que estudia la naturaleza como fuente de inspiración de nuevas tecnologías innovadoras, mientras ellos se refieren a ácidos halogenados, nosotros a compuestos tóxicos, mientras ellos hacen hincapié en la consecución de celulosa bacteriana de origen biológico, nosotros lo asemejamos con tejidos ecológicos, mientras ellos avanzan en el ámbito de los textiles omnifóbicos, nosotros lo traducimos como repelentes de líquidos densos, mientras nuestros investigadores avanzan en el campo de los polímeros termoplásticos, nosotros hablamos de  plásticos que cambian sus propiedades con la temperatura, mientras ellos intercambian progresos en torno a los nanocomposites, nosotros nos convencemos de que son materiales compuestos.

Y lo cierto es que, quizá, estas afirmaciones no sean “del todo correctas” pero tampoco son erróneas o falsas del todo y si, al menos, más convencionales o cotidianas. Tenemos, por tanto, que reflexionar porque no sólo se trata de conocer la palabrería de la disciplina, sino de poder construir un texto capaz de reflejar el tono objetivo, científico y técnico del original. En consecuencia, debemos ser capaces de comprender el tema que se está tratando, ya que una traducción literal no es suficiente para comunicar el significado de una explicación científica. No somos doctores, ingenieros, informáticos, tecnólogos, biólogos, matemáticos… pero sí lingüistas.

En relación a ello, cabe reseñar la obligatoriedad, también, por nuestra parte, de familiarizarnos con el trabajo de los demás, saber, en cada momento, los hitos que están consiguiendo nuestros cualificados compañeros, los investigadores, además con absoluta valía, es cierto. Ellos no tienen por qué entender nuestro campo profesional, somos nosotros los que debemos posicionarnos en el consumidor final de la información.

“Los dircoms debemos ser capaces de comprender el tema que se está tratando, ya que una traducción literal no es suficiente para comunicar el significado de una explicación científica”

Y ahora es cuando toca, a los dircoms, miramos a nosotros mismos, pues pensarán lo mismo cuando, en nuestro día a día, incorporamos términos antes desconocidos tales como Retargeting, Lead, CTA, curación de contenidos, CRO, Backlink, Opt-In y un largo etcétera. Tampoco se trata de hablar o escribir con una terminología jeroglífica, pero es cierto que cada vez, en nuestro “gremio” utilizamos menos el castellano, en aras de subirnos al carro de la globalización, que nos lleva a homogeneizar nuestro vocabulario a niveles máximos.

Anglicismos aparte, debemos ser conscientes, en definitiva, de que mientras ellos generan la innovación, nosotros debemos potenciar la innovación y para ello debemos “con maestría” pensar, conocer y comprender, todo y cuanto sucede a nuestro alrededor. Cuanto más, mejor.

 

Directora de Comunicación de uno de los centros tecnológicos más importantes, el CTCR, Centro Tecnológico del Calzado de La Rioja, España. Actualmente, dirige, por tanto, un área clave del organigrama del CTCR, que permite dar voz al resto de líneas de I+D+i que sustentan la actividad diaria del citado organismo investigador.